La isla de Lanzarote, fue declarada por la UNESCO Reserva Mundial de la Biosfera, gracias a la perfecta relación que se establece en ella, entre el hombre que la habita, y la naturaleza que lo rodea.
Lanzarote es conocida como la Isla de Fuego por el singular paisaje que posee, formado a través de los tiempos por los volcanes que se reparten por su geografía.
Junto a ese territorio de color rojizo, uno de sus reclamos turísticos, en Lanzarote encontramos gran variedad de playas de arena blanca, bañadas por aguas limpias y transparentes, muy apreciadas por los amantes de los deportes acuáticos.
Entre las muchas zonas a visitar en la isla, destaca por su singularidad, el Parque Nacional de Timanfaya, donde se pueden ver los curiosos fenómenos geológicos provocados por el origen volcánico de su territorio. Hay además en la reserva, gran variedad de especies biológicas (vegetales y animales), únicas en el mundo, debido al entorno tan particular.
Además de la obligada visita al Parque Timanfaya, hay infinidad de visitas que se pueden realizar en el viaje, además de por supuesto, dedicarse únicamente a descansar. Os propongo unas cuantas:
- La famosa Playa del Papagayo se encuentra muy cerca de
la localidad de Playa Blanca.
- La Playa de Famara, un enorme arenal infinito de varios kilómetros de extensión, con el mar a un margen y el Risco de Famara al otro, un muro de roca.
- El Charco Verde, un cráter
abierto al mar que, por las filtraciones del agua y la
presencia de organismos vegetales, adquiere un color verde característico.
- Los viñedos de La Geria, en
las inmediaciones del Parque Nacional de Timanfaya donde en un
terreno volcánico, nos encontramos que crecen extensos viñedos. La
cepa crece directamente sobre la ceniza volcánica, rodeada de pequeños muros de piedra que los agricultores construyen para proteger las plantas.
- La Isla de la Graciosa es uno de los destinos más curiosos de la isla. Visible desde el mirador del Río, obra del artista local César Manrique. La pequeña isla es visitable: un paraíso de fabulosos arenales, con volcanes y pequeños pueblos y aldeas de casas blancas. En la isla apenas hay carreteras ni coches, pero puede recorrerse a pie o en bicicleta.
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